martes, 11 de junio de 2013

Pabellón séptimo - Indio Solari

En esta oportunidad quiero compartir la letra de una canción del Indio Solari. 
No solamente un excelente músico, sino también un excelente licenciado en letras y poeta. 
Entonces compartiré en esta oportunidad la letra de una de sus canciones, Pabellón Séptimo, que sin duda cuenta una historia que a lo largo de la canción atrapa al receptor. 
Les recomiendo no solo leer sino también escucharla, produce una gran mística. 

Pabellón Séptimo - Indio Solari
¡Me asfixio! ¡Dios! Pienso en mi cara… se esta quemando, ahora, mi cara… ¡Dios! Una explosion y los colchones se prenden fuego y Nos quemamos vivos… Quiero salir, quiero escapar, las puertas siguen encerrojadas. El pabellon… en un segundo se nublo todo y ya no vemos nada mas… Pruebo trepar hasta un ventanal buscando el aire y me balean fiero Viejita, amor, hijas y amigas, buscan noticias en la Puerta, ahi­ fuera… Tiempo despues, escucho aun el ruido de loco de los paloteros Buscan asi baldosas flojas donde escondemos tesoro y miserias¡Pobrecito!... Pobre "el cebolla", no pudo mas, Se degollo por miedo Nadie es capaz (¡No pueden borrar mis recuerdos!) Nadie es capaz de matarte en mi alma. ¡Y asi­ te dan! asi te quiebra! Asi­ te dan por culo alli… sin mas Por esa vez la Vieja Cosechera Vino por mi­ y no quiso besar mi vida. Estoy herido, estoy quemado Voy en camilla por el Salaberry Voy a tratar de hacer conducta aqui Para rajar antes que mis pulmones Si va a pasar algo conmigo Quiero que sea en libertad… ¡Alla afuera! ¡Y nada maas! ¡Irme y nada mas! No quiero ver mas gruesa del llavero Ni mirar la pared si el pasarela grita Para tapar los quejidos y lamentos ¡Ya nunca mas! ¡Y nunca ya voy a olvidarte, Pablo… nunca!

lunes, 3 de junio de 2013

Una Bromita, Chejov. Recuerdos de los inicios de lectura.

A diferencia de los cuentos que compartí hasta el momento que tienen un gran contenido social, esta es solo una historia que atrapa, con una trama divertida y con un final semi-abierto del estilo que me agradan. 
Este es uno de los primeros cuentos que leí y me agradaron en mis inicios y mis primeros encuentros con la literatura, y hoy en día me sigue pareciendo algo interesante. 
Además, en contraste con los otros textos que publique, esta no es una obra conocida, o no al menos en mi entorno, y a veces descubrir cosas nuevas también es interesante. 

Una Bromita, Anton Chejov
Un claro mediodía de invierno... El frío es intenso, el hielo cruje, y a Nádeñka, que me tiene agarrado del brazo, la plateada escarcha le cubre los bucles en las sienes y el vello encima del labio superior. Estamos sobre una alta colina. Desde nuestros pies hasta el llano se extiende una pendiente, en la cual el sol se mira como en un espejo. A nuestro lado está un pequeño trineo, revestido con un llamativo paño rojo.
—Deslicémonos hasta abajo, Nadezhda Petrovna —le suplico—. ¡Siquiera una sola vez! Le aseguro que llegaremos sanos y salvos.
Pero Nádeñka tiene miedo. El espacio desde sus pequeñas galochas hasta el pie de la helada colina le parece un inmenso abismo, profundo y aterrador. Ya sólo al proponerle yo que se siente en el trineo o por mirar hacia abajo se le corta el aliento y está a punto de desmayarse; ¡qué no sucederá entonces cuando ella se arriesgue a lanzarse al abismo! Se morirá, perderá la razón.
—¡Le ruego! —le digo—. ¡No hay que tener miedo! ¡Comprenda, de una vez, que es una falta de valor, una simple cobardía!
Nádeñka cede al fin, y advierto por su cara que lo hace arriesgando su vida. La acomodo en el trineo, pálida y temblorosa; la rodeo con un brazo y nos precipitamos al abismo. El trineo vuela como una bala. El aire hendido nos golpea en la cara, brama, silba en los oídos, nos sacude y pellizca furibundo, quiere arrancar nuestras cabezas. La presión del viento torna difícil la respiración. Parece que el mismo diablo nos estrecha entre sus garras y, afilando, nos arrastra al infierno. Los objetos que nos rodean se funden en una solo franja large que corre vertiginosamente... Un instante más y llegará nuestro fin.
—¡La amo, Nadia!—digo a media voz.
El trineo comienza a correr más despacio, el bramido del viento y el chirriar de los patines ya no son tan terribles, la respiración no se corta más y, por fin, estamos abajo. Nádeñka llegó más muerta que viva. Está pálida y apenas respira... La ayudo a levantarse.
—iPor nada del mundo haría otro viaje! —dice mirándome con ojos muy abiertos y llenos de horror—. ¡Por nada del mundo! ¡Casi me muero!
Al cabo de un rato vuelve en sí y me dirige miradas inquisitivas ¿fui yo quien dijo aquellas tres palabras o simplemente le pareció oírlas en el silbido del remolino? Yo fumo a su lado y examino mi guante con atención.
Me toma del brazo y comenzamos un largo paseo cerca de la colina. El misterio por lo visto no la deja en paz. ¿Fueron dichas aquellas palabras o no? ¿Sí o no? Es una cuestión de amor propio, de honor, de vida, de dicha; una cuestión muy importante, la más importante en el mundo. Nadeñka vuelve a dirigirme su mirada impaciente, triste, penetrante, y contesta fuera de propósito, esperando que yo diga algo. ¡Oh, qué juego de matices hay en este rostro simpático! Veo que está luchando consigo misma, que tiene necesidad de decir algo, de preguntar, pero no encuentra las palabras, se siente cohibida, atemorizada, confundida par la alegria...
—¿Sabes una cosa? -—dice sin mirarme.
—¿Qué?—!e pregunto.
—Hagamos... otro viajecito.
Subimos por la escalera. Vuelvo a acomodar a la temblorosa y pálida Nádeñka en el trineo
y de nuevo nos lanzamos en el terrible abismo; de nuevo brama el viento y zumban los patines; y de nuevo, al alcanzar el trineo su impulso más fuerte y ruidoso, digo a media voz:
—¡La amo, Nadia!
Cuando el trineo se detiene, Nádeñka contempla la colina por la que acabamos de descender; luego clava su mirada en mi cara, escucha mi voz, indiferente y desapasionada, y toda su pequeña figura, junto con su manguito y su capucha, expresa un extremo desconcierto. Y su cara refleja una serie de preguntas: “¿Cómo es eso? ¿Quién ha pronunciado aquellas palabras? ¿Ha sido él o me ha parecido oírlas y nada más?"
La incertidumbre la tornaba inquieta, la pone nerviosa. La pobre muchacha no contesta mis preguntas, frunce el ceño, está a punto de llorar.
¿Será hora de irnos a casa? —le pregunto.
—A mi... a mi me gustan estos viajes en trineo —dice, ruborizándose—. ¿Haremos uno más?
Le "gustan" estos viajes, pero al sentarse en el trineo, palidece igual que antes, tiembla y contiene el aliento.
Descendemos par tercera vez, y noto cómo está observando mi cara y mis labios. Pero yo me cubro la boca con un pañuelo, y toso y al llegar a la mitad de la colina alcanzo a musitar:
—¡La amo, Nadia!
Y el misterio sigue siendo misterio. Nádeñka guarda silencio, piensa en algo... Nos retiramos
de la pista y ella trata de aminorar la marcha, esperando siempre que yo diga aquellas palabras. Veo cómo sufre su corazón y cómo ella se esfuerza para no decir en voz alta: "¡No puede ser que las haya dicho el viento! ¡Y no quiero que haya sido el viento!"
A la mañana siguiente recibo una esquela: "Si usted va hay a la pista de patinaje, venga a buscarme. N." Y a partir de ese dia voy con Nádeñka'a la pista todos los dias y, al precipitarnos hacia abajo en el trineo, coda vez pronuncio a media voz siempre las mismos palabras:
—¡La amo, Nadia!
En poco tiempo, Nádeñka se habitúa a esta frase, como uno se habítúa al vino o a la morfina. Ya no puede vivir sin ella. Es verdad que siempre le da miedo deslizarse par la colina helada,
pero ahora el miedo y el peligro otorgan un encanto especial a las palabras de amor, palabras que constituyen un misterio y oprimen ducemente el corazón. Los sospechosos son siempre dos: el viento y yo... Ella no sabe quién de los dos le declara su amor, pero ello, por lo visto, ya la tiene sin cuidado; poco importa el recipiente del cual uno bebe, lo esencial es sentirse embriagado.
Una vez, al mediodia, fui solo a la pista: mezclado con la multitud, vi a Nádeñka acercarse a la
colina y buscarme con los ojos... Timidamente sube a la escalera... Le da mucho miedo viajar sola, ¡oh, qué miedo! Está blanca como la nieve y tiembla como si se dirigiera a su propia ejecución. Pero va decidida, sin mirar para atrás.
Por lo visto, ha decidido probar, al fin: ¿Se oyen aquellas sorprendentes y dulces palabras cuando yo no estoy? La veo colocarse en el trineo, pálida, con la boca abierta por el miedo, cerrar los ojos y emprender la marcha, después de despedirse para siempre de la tierra. "Zsh-zsh-zsh-zsh"... Zumban lo s patines. Si Nádeñka está oyendo aquellas palabras o no, no lo sé... La veo levantarse del trineo exhausta, débil. Y se ve por su cara que ella misma no sabe si ha oido algo o no. Mientras estuvo deslizándose hacia abajo, el miedo le quitó la capacidad de escuchar, de distinguir sonidos, de entender...
Y he aqui que llega el primaveral mes de marzo... El sol se torna más cariñoso. Nuestra montaña de hielo se oscurece, pierde su brillo y por fin se derrite. Nuestros viajes en trineo se interrumpen. La pobre Nádeñta ya no tiene dónde escuchar aquellas palabras y además no hay quien las pronuncie, puesto que el viento se ha aquietado y yo estoy por irme a Petersburgo, par mucho tiempo, quizá para siempre.
Unos dias antes de mi partida al anochecer, estoy sentado en ei jardín. Este jardin está separado de la casa de Nádeñka por una alta palizada con clavos... Aún hace bastante frio, en los rincones del patio exterior hay nieve todavía, los árboles parecen muertos; pero ya huele a primavera y los grajos, acomodándose para dormir desatan su último vocerío de la jornada. Me acerco a la empalizada y durante largo rato miro por una hendidura. Veo a Nádeñka salir al patio y alzar su triste acongojada mirada al cielo... El viento de primavera sopla directamente en su pálido y sombrio rostro... Le hace recordar aquel otro viento que bramaba en la colina dejando oír aquellas tres palabras, y su cara se pone triste, muy triste, y una lágrima se desliza par su mejilla. La pobre muchacha extiende ambos brazos como suplicando al viento le traiga una vez más aquellas palabras. Y yo, al llegar una ráfaga de viento, digo a media voz:
—¡La amo, Nadia!
¡Por Dios, hay que ver lo que sucede con Nádeñka! Deja escapar un grito y con amplia sonrisa
tiende sus brazos hacia el viento, alegre, feliz, tan bella.
Y yo me voy a hacer las maletas...
Esto sucedió hace tiempo. Ahora Nádeñka está casada con el secretario de una institución tutelar y tiene ya tres hijos. Pero nuestros viajes en trineo y las palabras "La amo, Nadia", que le llevaba el viento, no están olvidadas, para ella son el recuerdo más feliz más conmovedor y más bello de su vida...
Mientras que yo, ahora que tengo más edad, ya no comprendo para qué decía aquellas palabras. Para qué hacía aquella broma...

domingo, 2 de junio de 2013

Pájaros Prohibidos - Eduardo Galeano

Como mencionaba en mi anterior post me gustan mucho las narraciones que no solo cuentan una bonita historia, sino que además tienen un contenido. 
En este caso, Pájaros Prohibidos, cuenta una muy corta historia situada en un contexto histórico común de toda Latinoamerica, que quienes somos parte de ella, la sufrimos con el dolor de un pueblo corrompido por la violencia y el autoritarismo. 
A través de esta historia, digo: NUNCA MÁS.
La alegoría que puede encontrarse a mi parecer, es que, a pesar de querer censurar a la libertad, está aparecerá de todos modos de la manera más ingeniosa.



Pájaros Prohibidos, Eduardo Galeano
Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso,silbar, sonreír, cantar, caminar rápido, ni saludar a otro preso.Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeresembarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros.Didoskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso "portener ideas ideológicas", recibe un domingo la visita de su hijaMilay, de cinco años. La hija le trae un dibujo de pájaros. Loscensores se lo rompen a la entrada de la cárcel.Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Losárboles no están prohibidos y el dibujo pasa. Didoskó le elogiala obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecenen las copas de los árboles, muchos pequeños círculos entre lasramas: - ¿son naranjas?¿qué frutos son?- La niña lo hace callar:-ssshhhhh- y en secreto le explica: - bobo ¿no ves que son losojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas.